AUTOS: Del griego antiguo: propio, personal, por uno mismo, voluntariamente
MOVILIS: Del latín: movible
Normalmente, vehículo de cuatro ruedas susceptible para ser fabricado con fines industriales y propulsado por un motor de combustión interna. Entre los historiadores, siempre ha existido y existe, la controversia sobre quién ha sido el padre del motor de combustión interna, sin embargo no existe duda alguna sobre quien fue el primer hombre en construir un automóvil.
En realidad, el primer vehículo propulsado por un motor fue construido por dos ilustres ingenieros alemanes: Daimler y Maybach, aunque la idea original fue del primero y a él voy a referirme en esta breve historia. Daimler trabajó durante diez años en la mítica fábrica de motores Deutz, junto a otro gran personaje de la historia del automóvil, Nicolas Augusto Otto, el que para muchos ha sido el auténtico primer inventor del motor de explosión. Pero las discrepancias personales que surgieron entre ambos, provocaron la salida de la fábrica de Daimler que, con su fino olfato, había intuido la verdadera transcendencia del descubrimiento y a pesar de que había expuesto en varias ocasiones el tema, no le prestaron la atención por lo que decidió marcharse y llevar a término su proyecto personalmente.
La idea fundamental de Daimler consistía en que los motores, para proporcionar una potencia aceptable, debían aumentar su régimen de giro, situado entonces en cien revoluciones por minuto y esto podría conseguirse, si se reducía el tamaño y el peso. Reduciendo estos,, podría vender tantos motores «como caballos había sobre la superficie del planeta». Con los ahorros de toda su vida, una enorme carga de ilusión y la ayuda de su fiel e inseparable amigo Maybach, estableció en el número 13 de la Gartenstrass de Bad-Cannstatt, cerca de Stuttgart, su taller.
El primer paso consistió en perfeccionar el motor y estos trabajos se iniciaron a finales de 1882, cuando Daimler contaba 48 años de edad. El objeto que se impusieron los dos dos ingenieros fue superar la barrera de las quinientas revoluciones por minuto. Para ello, se basaron en la experiencia del propio Daimler sobre el sistema de encendido, fenómeno que se manifiesta por la combustión espontánea de la mezcla de aire-gasolina bajo determinadas condiciones de presión y temperatura.
El resultado de aquellos trabajos se plasmó en un motor que pesaba 70 kilos y giraba a 900 revoluciones por minuto. Sobre esta base, patentaron el primer motor «ligero» de combustión interna.
La siguiente etapa no podía ser otra que la de aplicar aquel ingenio a un un vehículo, para lo cual eligieron… ¡una bicicleta!. La poca consistencia de los biciclos de la época, retrasó en gran medida las investigaciones, ya que construir la bicicleta con la robustez adecuada, les llevó casi un año. Tal vez fue el error de planteamiento, pero el hecho supuso que el primer vehículo automóvil fuera una motocicleta con aspecto de triciclo con cuatro ruedas, ya que disponía de dos auxiliares para mantener el equilibrio.
En el verano de 1885, el ingenio estaba terminado y sobre Wilhelm Maybach recayó el honor de ser el primer motociclista y automovilista de la historia de la Humanidad, al estrenar aquella pequeña maravilla en el jardín de la casa de los Daimler. En abril de 1886, Daimler compró un carruaje que sería el primero en propulsarse por caballos obtenido de la energía producida por un motor de combustión interna.
A los cinco meses de iniciarse los trabajos de acoplamiento del nuevo motor, llegó a sus oídos que un tal Benz, a 140 kilómetros de su domicilio, había construido un triciclo con motor. Los trabajos se aceleran al máximo al conocer la noticia, y en el otoño de aquel mismo año, vio la luz el primer automóvil de la historia.