Probamos esta semana el Skoda Octavia. Con mecánica de gasolina y cambio automático DSG de 7 velocidades.
Las diferencias con su hermano el 2.0 TDI de idéntica potencia residen en el agrado de conducción. El 1.4 TSI es casi inaudible desde el interior y se muestra contundente en la entrega de potencia, con unos consumos verdaderamente ajustados.
También consigue que el conjunto sea más ligero, menos peso en el morro, que lo vuelve menos “morrón” en tramos virados.
La unidad probada montaba el que, a nuestro juicio creemos que es el motor más equilibrado dentro de la gama gasolina del Octavia.
Se trata del 1.4 TSI de 150cv, en conjunto con el cambio DSG de 7 relaciones.
Los 150cv extraídos del 1.4 TSI son, a todas luces, más que suficientes para una conducción desahogada. Incluso para una conducción más decidida.
Lástima que la suspensión del acabado Ambition/Style no invite a ello. Aun así, nos permitirá darnos más de un lujo en vías reviradas.
Su comportamiento en momentos límite es sorprendentemente neutro. Es decir, no tiende a perder “culo”. En todo caso, tiende a morrear. Siendo lo habitual en este tipo de vehículos.
Naturalmente hablamos en una conducción límite, en una conducción normal, el comportamiento del Skoda Octavia es ejemplar. Sobre todo cómodo, muy cómodo.
Externamente el Octavia muestra una imagen más seria, de más mayor. Que le otorga un mayor empaque. Aun mayor en la parte delantera que en la trasera.
Interiormente se nota una mejoría apreciable sólo con abrir la puerta. Aumenta la calidad en los materiales y acabados. Dispone de un salpicadero de buena construcción y muy sobrio. Los asientos por su parte cuentas con una banqueta mullida, ideal para viajar. Y, que en conducción “alegre” sujetan correctamente el cuerpo.