Tengo un buen amigo que, además de amigo, es un excelente conductor. Cuando viajamos juntos siempre se empeña en conducir él, y como es más joven que yo, y yo estoy un poco harto de tantos años y tantos kilómetros, jamás me opongo. Pero mi amigo tiene un defecto, le encanta hablar y nos pasamos todo el viaje quitándonos la palabra, algo que me cuesta mucho trabajo conseguir.
Lo de hablar tanto es buena señal porque casi todo lo que dice tiene mucho interés, pero lo malo es que, a cualquier velocidad, cuando me dice algo lo hace volviendo la cabeza y sin dejar de mirarme, y de nada vale que le recuerde que la vista debe permanecer siempre en la carretera.
Querido amigo, que me haces el honor de visitar esta página, cuando conduzcas, no mires nunca a tu acompañante para dirigirte a él, y si eres tu el acompañante, amenázale con bajarte si insiste en quitar los ojos de la carretera para hablar contigo.
Otro buen consejo
Si te detienes en el centro de la calzada para efectuar un giro a la izquierda, con tráfico de frente, no anticipes el giro del volante antes de ponerte en marcha. Si lo haces y sufres el alcance por detrás de otro despistado que no se detiene a tiempo, al tener las ruedas giradas, el envite te colocará de frente al tráfico sin que puedas hacer nada para evitarlo.