Visto desde fuera de forma objetiva, el globo catalán de la independencia parece estar desinflándose.
La advertencia hecha por el gobierno de la posible confiscación del patrimonio de los más responsables ha dado el grito. ¡Hombre al agua, sálvese quien pueda!
Sin duda la fama de cariño al dinero de los catalanes es un tópico infundado, pero ya ha sonado la alarma y los promotores ha acusado el primer aviso. ¡Oiga, todo lo que usted quiera, moriremos por la causa, pero la pasta, ni me la toque.
Ante actitud tan patriótica uno duda mucho que el proceso siga adelante para bien de los buenos catalanes y españoles.