A punto de concluir la legislatura en la que una de las apuestas socialistas, era la promesa de luchar para reducir los accidentes de tráfico, y cuando, para lograr este propósito, se han tomado toda clase medidas que, sobre el papel, prometían ser eficaces, lo cierto es que no se puede hablar de resultados que justifiquen tales medidas ni tampoco los millones de euros invertidos en radares, publicidades pagadas en los medios de comunicación, campañas multimillonarias que ya nadie atiende, ni planes de choque y prevención como el mal alumbrado sobre la seguridad de las motos.
Desde que hace muchos años sigo las actuaciones y los programas de prevención emprendidos por la DGT, no recuerdo tal derroche de medios económicos ni dotación presupuestaria comparable a la que ha tenido en sus manos el Sr Pere Navarro. Ni tampoco creo que en época pretérita alguna la recaudación por sanciones alcanzase ni por asomo la cifra actual.
Cuando la DGT insiste en que no persigue ningún fin recaudatorio, dice la verdad; su propio sistema impide que la cuantía de las multas vaya a parar a su caja de forma directa, ya que el itinerario que sigue ese dinero termina finalmente en las arcas de Hacienda.
Pero el argumento suena a burla y a tomadura de pelo. Cuando el Sr Navarro asegura de forma pública que la DGT no tiene problemas de financiación, también dice la verdad, porque todo lo que tiene que hacer la DGT, es presentar sus presupuestos, anuales o especiales, para que la abogacía del Estado los examine y los autorice, y si papá Gobierno los ve con buenos ojos, se aprueban y punto. Y tratándose de este Gobierno, no hace falta insistir en que la DGT tiene un valedor insustituible en el Sr Pérez Rubalcaba.
¿En que se van esos dineros? En el mantenimiento de la compleja estructura de la DGT, en la compra de equipos informáticos, en radares- una partida muy importante- y otra parte, nada despreciable, en publicidad pagada en los medios de comunicación incluidos los propios del Estado. La campaña anual de prevención de accidentes que este año ha tenido, además, algunos mensajes especiales, sobrepasa los 3.000.000 millones de las antiguas pesetas.
La tarta es lógicamente ambicionada por las agencias de publicidad, los medios escritos, periódicos, revistas, las radios y las televisiones, incluida la RTVE y todas las estatales que financiamos con nuestros impuestos.
Como puede verse, la DGT es un cliente al que hay que cuidar y hay de aquellos que no lo hagan, el castigo puede hacer tambalearse su presupuesto anual. También en este tema tan serio el clientelismo y las opiniones tibias o favorables cuentan a la hora del reparto.
¿Y que recibe a cambio la DGT para llevar a los ciudadanos españoles el mensaje y las enseñanzas de seguridad vial que es su principal razón de existir? Yo les aclaro la duda. Nada. Todo lo que parece interesar a todos los medios de comunicación españoles, casi sin excepción, es mostrarnos todos los días imágenes de accidentes que ponen los pelos de punta.
No hace mucho tiempo, Pere Navarro me confesó extrañado que le parecía inexplicable que ninguna televisión contase con programas de enseñanza de los conductores y de prevención de accidentes. Pueden imaginarse lo que yo pensé en es momento: “si yo tuviese en mi mano el grifo por el que vierten tantos millones, ¡hay de aquel que no colaborase con mi tarea!.
En tiempos pretéritos, Miguel Muñoz y después Carlos Muñoz Repiso, los dos directores generales anteriores- ambos funcionarios profesionales de la DGT, con medios que no pueden compararse con los que dispone el actual titular, hicieron valer la importancia social de su cometido e invirtieron en programas y medios de comunicación que, según el Sr. Navarro, él no tiene acceso.
Hace poco, una propuesta de la Comisión Nacional de Seguridad Vial que preside el diputado Jordi Jané, consiguió que fuese aprobada una orden en virtud de la cual todos los medios de comunicación del Estado estaban obligados a mantener en sus programaciones la seguridad vial, pero mucho me temo que, aunque en tono menor, la orden ha dado el mismo resultado que la orden del Tribunal Supremo en materia de banderas.
Srs Rubalcaba y Navarro, ni el endurecimiento del Código Penal, ni los radares, ni las multas y retiradas de carné, son el camino ni todo lo que hace falta para de una vez conseguir una baja sensible de los accidentes de tráfico. La experiencia lo demuestra en los países donde la reducción de accidentes ha sido efectiva, también con sanciones pero, sobre todo, con la formación y enseñanza de los conductores.
En España nos ha llegado el progreso, y con él, el automóvil, en el ascensor; y la educación, en términos generales, sigue subiendo a pie por la escalera. Sólo la enseñanza a través de programas de prevención y reciclaje de los conductores en los grandes medios de masas, junto con algunas de las medidas en vigor, son la respuesta y el futuro de la seguridad vial en España.
Puedo asegurarles que una inmensa mayoría de los conductores españoles tienen vicios y carencias en la conducción que son causa de no pocos accidentes. Si a la lucha, más que justificada contra el alcohol y las distracciones, también añadimos medios para enseñar a conducir con seguridad y a mostrar de forma convincente los peligros que entraña el no hacerlo, estoy seguro de que los resultados serían otros. Vamos a dejarnos de soluciones represivas y de atajos como únicos medios, la seguridad vial es un problema nacional y nadie debe eludir su parte de responsabilidad, y los que tienen esa responsabilidad en grado máximo, son ustedes.
Paco Costas