Que durante más de treinta años le han estado contado a una parte de la población que la declaración de independencia les haría más ricos, saludables y europeos a sabiendas de que eso era imposible.
Entre tanto, los instigadores disfrutaban de la financiación a su antojo y muchos se hicieron millonarios de forma ilícita con la promesa de mantener las aguas en calma.
Se burlaron de los sucesivos gobiernos, se saltaron las leyes y la Constitución española, y mientras el proselitismo arraigaba en una buena parte de los catalanes controlando y financiando a los medios de comunicación afines, no les faltó nunca un gran sueldo, coche oficial, poder y, hasta se dieron el lujo de nombrar embajadas por su cuenta. con el dinero de todos los españoles.
Es posible que, razones que la razón no comprende, hayan permitido cierta pasividad y temor a entrarle al problema de forma dialogada por parte de los poderes del Estado. Pero al final todo tiene un límite, y cuando los promotores de una arcadia feliz imposible han supuesto cierta debilidad del gobierno, ha sonado a arrebato de forma incruenta pero firme, y con las leyes y la constitución en la mano se ha empezado a poner a cada uno en su sitio..
Al día de hoy, los mismos que desde siempre han fomentado el odio a España, la sedición y la rebeldía, siguen escondiéndose echando las masas a la calle con la pretensión de seguir en su locura.
¿Y cómo es posible que el gobierno no retire a su embajador en Bélgica y llame a consulta al que tenemos en Madrid para que dejen de tomarnos el pelo y dar cobijo al más responsable de todos?