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Tengo un buen amigo al que a veces en broma, acuso de ser admirador de Bakunin, el anarquista y ateo más famoso de la Rusia del siglo XIX.

Cuando hablamos de política siempre acaba diciéndome que todo lo que sucede en el mundo está fijado con antelación en la hoja de ruta de los poderes económicos que rigen nuestros destinos a su antojo y he acabado por darle la razón.

Los movimientos de la Bolsa, las cantidades billonarias del mercado de armas, el petróleo, las guerras que asolan el mundo, permiten dudar de lo fortuito. Alguien, quizás un reducido grupo que nunca aparece en los medios de comunicación, decide las mareas de la política, la economía, y crea gobiernos o los destruye.

En estos días convulsos en los que se decide nuestro futuro inmediato, parece como si la mierda de unos y otros aflorase en la superficie modulando voluntades a favor y en contra según más convenga.

Pero curiosamente la mierda de unos salpica con más virulencia hacia un lado que hacía el otro.

Soy gallego y no creo en brujas, pero mis paisanos aseguran que “habelas hailas”

Paco Costas