Tuya, mía, tuya, mía…Si nada lo remedia, el dominio de Mercedes en el mundial de 2014, se va a quedar reducido a ver si ganan Rosberg o Hamilton, el resto, incluido Alonso, a verlas venir, con paciencia.
Por primera vez en los que llevamos visto esta temporada, parecía que Raikkonen en una salida temeraria, podía terminar por delante del español, pero la situación se invirtió y, al final, fue el asturiano quien logró arañar los puntos que, a pesar de que no le van a servir para alcanzar grandes cosas, le siguen señalando como el mejor piloto sin un coche ganador.
Creo que ni siquiera Red Bull y la revelación como aspirante a podios que está demostrando el australiano Ricciardo, tendrán nada que hacer ante la aplastante autoridad de la estrella de Mercedes.
Quizás el interés se centre en quién se llevará el título de pilotos. Rosberg padre lo logró un año sin ganar ni un solo gran premio, pero su hijo podría conseguirlo con un número de victorias y segundos si Hamilton no se impone.
Por lo demás, como siempre, el gran premio de Mónaco ha sido el paradigma de la feria de las vanidades en donde, a veces, la presencia rutilante de la Jet mundial despierta más interés que el espectáculo tedioso de ver a los monoplazas dar casi ochenta vueltas con pocas emociones ni sobresaltos dignos de mención.
Menos mal que la lluvia no ha logrado diezmar a un buen número de participantes, como ya ha ocurrido en otras muchas ocasiones. En cualquier caso, hacer correr a los monoplazas actuales en un trazado urbano como el del Principado, sólo se justifica por lo que, de millonario aporta a los bolsillos de unos pocos; los de siempre.
Paco Costas