En 1969, produce estremecimiento constatarlo, los muertos en el tráfico en España, en el pico estadístico más alto que se conoce, fueron 5940 muertos en nuestras carreteras.
En 1977, más o menos cuando comencé a divulgar temas de seguridad vial, la cifra, 4.027 muertos, seguía siendo terrorífica.
Durante la campaña a las presidenciales del 2004, el PSOE prometió poner freno a la sangría escandalosa de la mortalidad en nuestras carreteras, nombrado presidente J.L. Rodríguez Zapatero, que cumplió su promesa.
Y el 11 de mayo de aquel año, el Consejo de Ministros nombra director General de la DGT a Pere Navarro Olivella, un ingeniero industrial catalán que sustituye a Carlos Muñoz Repiso que deja la cifra de fallecidos en 3841.
Un año después se pone en marcha el carné por puntos, se multiplica la vigilancia, aumentan los radares y la cuantía de las multas.
Pronto la prensa pone el grito en el cielo, incluido yo mismo, y a Pere Navarro le damos palos desde todos los frentes.
Cuando Pere Navarro es sustituido Por María Seguí en 2012, se ha alcanzado el mínimo absoluto hasta entonces con 1442 víctimas mortales.
Con ella, siguiendo sin duda la política seguida por Pere Navarro, continúa la tendencia y a finales del 2013 solo se producen 1230 fallecidos.
En el 2016 María Seguí presenta su dimisión en julio, y durante unos meses se produce un vacío en la DGT debido al retraso en el nombramiento del nuevo presidente del Gobierno.
A día de hoy se está produciendo un peligroso repunte que, el recién nombrado director de la DGT, Gregorio Serrano (PP), tiene la obligación de corregir.
Habrá que permanecer atentos.
“Un muerto son muchos muertos” Miguel Muñoz Molina, ex director de la DGT.
(Datos del Anuario Estadístico de la DGT)