Estimado amigo que nos haces el honor de visitar esta página. La situación en la que, en mi opinión, puede verse afectada la Fórmula 1 en un futuro inmediato, me ha impulsado a escribir este artículo. Por su extensión y para que puedas leerlo o copiarlo, lo he dividido en varias entregas que iran apareciendo aquí bajo el mismo título y en diferentes capítulos. Si sus contenidos te parecen interesantes, pásalo a tus amigos.
Con mi cordial saludo
Paco Costas
La crisis económica mundial y la eventual renuncia de Bernie Ecclestone por razón de su avanzada edad, 78 años (en 1999, tuvo que ser a una operación, quirúrgica de urgencia en la que se le implantó un triple baypass ), pueden ser la causa a corto plazo de que, este inmenso globo dorado en que se ha convertido la Fórmula 1 actual de la mano de este genio de los negocios británico, explote y desaparezca en un corto espacio de tiempo para convertirse en algo muy distinto.
Cuando el sentido común aconseja a la autoridad deportiva imponer restricciones para asegurar de alguna forma su difícil futuro, los equipos más poderosos se muestran en desacuerdo, convencidos de que, en el momento en que la rueda de la fortuna y la lluvia de millones sobre la que se sustentan, el lujo y la inmensa operación de marketing creada y alimentada por Ecclestone y basada en la megalomanía de magnates de grandes empresas y políticos que han encontrado en la Fórmula 1 la forma de perpetuarse, el inmenso castillo de naipes se vendría al suelo, perderían su relumbrón social y su magia millonaria, pero quizás entonces las carreras volverían a ser un deporte,
Cuando se avecinan días difíciles para la economía mundial y entra en una seria crisis el sector del automóvil, saltan las alarmas y Honda, con fecha de hoy, envía un comunicado firmado por su presidente Takeo Fukui, en el que explica como la recesión en Estados Unidos, en donde de cada tres coches vendidos uno es japonés, obliga a la marca nipona a recortar drásticamente sus gastos empezando por la liquidación de su equipo de Fórmula 1.
Cuando esta decisión puede desencadenar una reacción en cadena y Toyota, BMW, Mercedes y FIAT podrían también adoptar medidas restrictivas de algún género, quizás ha llegado el momento de analizar, desde su génesis, este fenómeno de masas que la inteligencia de un pequeño ex vendedor de motos de segunda mano, ha sabido convertir en el espectáculo más elitista y millonario de la historia.
En mi largo peregrinar por el mundo de la Fórmula 1, siempre me llamó poderosamente la atención ver como, príncipes, políticos, jeques, sátrapas de países donde la tiranía hace temblar a sus súbditos, magnates de la industria, presidentes de grandes marcas de automóviles, hacían cola y soportaban largas esperas a la puerta del motorhome desde el que, este Rey de Reyes, dicta salomónicamente, detrás de sus lunas tintadas, donde como y a quién va a conceder el privilegio de tener un Gran Premio al año siguiente.
Nada escapa a sus exigencias; los lavabos, las salas de prensa, los garajes, los propios coches participantes, tienen que aparecer sobre la pista relucientes; los componentes de cada equipo bebidamente uniformados. Su control de hasta el más mínimo detalle llega en ocasiones a abordar a algún intruso, pedirle el pase obligatorio, y si no lo tiene, expulsarlo él mismo del circuito sin contemplaciones.
Por esos y otros ejemplos de la habilidad y la inteligencia de este pequeño gran hombre, en estos momentos, sin duda difíciles para la Fórmula 1, me asalta el temor de que, Ecclestone, que tiene ahora 78 años, una bella mujer ex modelo de Armani 28 años más joven que él, dos hijas, Tamara y Petra, a las que adora, y una fortuna incalculable (2.400 millones de libras esterlinas, en la actualidad se le considera la octava fortuna del Reino Unido), le diga adiós para siempre a este milagro suyo del pan y los peces, detrás del cual el supo ver, hace ya muchos años, que sólo la vanidad humana habría de hacer posible el nivel al que ha llegado.
Ser actor o protagonista activo o pasivo de este deporte espectáculo, pasear por el paddock los días de Gran Premio, ser amigo o verse distinguido con el saludo de un piloto de renombre, o presumir de amistad con el propio Ecclestone, le han costado a más de uno una fortuna en publicidad, sobre un soporte que no siempre justifica la inversión realizada.
En mi libro La Década Mágica cuento como un modesto industrial italiano pagó una fuerte suma por un ridículo espacio publicitario sobre la superficie de un monoplaza, a cambio de que el equipo le facilitase las reservas del hotel y los pases que dan acceso a todo, para él, su mujer y su hijo.
Pero, ¿cómo una sola persona, carente de fortuna familiar, poco agraciado físicamente (padece un defecto facial que convierte su expresión en una mueca) y con poco más de 1,60 de estatura, ha logrado tamaño milagro?
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Continuara…
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