Si, indignémonos. Ya está bien de matonismo y de chulerías. Somos más de diez millones de españoles los que hemos depositado nuestra confianza en el Partido Popular para que, en los próximos cuatro años, gestionen la ruina en la que nos han dejado los mismos nefastos administradores que ahora, en lugar de apoyar al gobierno y buscar soluciones, están utilizando todos los medios a su alcance para, en convivencia con los sindicatos y las violentas y manipuladas manifestaciones, incendiar las calles y los ánimos en toda España
¿Dónde estaban esos mismos sindicatos cuando el deterioro galopante del número de parados hubiese requerido de las protestas callejeras que ahora lideran?
Estaban al cómodo abrigo de un gobierno de izquierdas que, a cambio de su silencio, medraban mientras gozaban de canonjías, ingresos y niveles de bienestar propios de sociedades capitalistas.
La osadía de los que ahora intentan por todos los medios estigmatizar al gobierno agitando la calle como, si los ocho años que estuvieron dirigiendo los designios de España no hubieran tenido nada que ver con ellos, traspasa todos los límites del cinismo y el paradigma de ese nivel de cinismo, lo representa ese intrigante y maquiavélico personaje, Alfredo Pérez Rubalcaba.
¿Es posible que el PP no sepa pararle los pies, cuando éste tristemente célebre personaje, compara las manifestaciones por la familia, el derecho a la vida o por las víctimas del terrorismo, diciendo que las hacen con el apoyo de la Conferencia Episcopal y, ellos, con el mismo derecho, lo hacen de la mano de los sindicatos?
¿Es qué, en el desarrollo de las primeras, se golpea o se insulta a los policías, se quema o se destruye todo lo que encuentran a su paso, usando para ello crucifijos u otros símbolos de la Iglesia?
Lo cierto es que la escalada de provocaciones ha llegado al punto en el que, los sindicatos y el partido socialista le han lanzado un órdago al resto de los españoles, señalando el 11 de marzo para lanzar a sus huestes a la calle en claro desafío a las víctimas del terrorismo y al gobierno.
¿Hasta cuándo el PP y los españoles de buena fe, que confiamos en el futuro, vamos a seguir exponiendo sin responder, la parte donde termina la espalda?
¿Qué pasaría si ese mismo 11 de febrero, indignados ante tanta prepotencia, nos lanzásemos también a la calle en clara respuesta a tanto perdonavidas y a tanto parásito alimentado con nuestros impuestos?
Me ofrezco el primero, a la misma hora y en la misma fecha para que sepan que ya estamos hartos y que también queremos que se escuche nuestra voz.
Paco Costas