¿Hasta cuándo se van a elegir a dedo a los amigos para puestos de gran responsabilidad del Estado?
¿Hasta cuándo nuestros políticos, elegidos para que administren con ecuanimidad el dinero de nuestros impuestos, van a utilizarlo sin control?
Mis preguntas vienen a cuento de algo que ha adquirido notoriedad en el día de hoy en los medios de comunicación.
Primero: el actual ministro del interior nombra a director general de la DGT, uno de los cargos más importantes de la Administración del Estado, a un compañero de ayuntamiento de Sevilla por ser amigo suyo y sin experiencia alguna que lo justifique.
Segundo: si se prueba que el mismo ministro ordena la habilitación de una vivienda en la sede de la Guardia Civil (al parecer está totalmente prohibido) por un coste de 50.000 €, como vivienda para el director general de la DGT, el descaro adquiere proporciones intolerables.
Cada vez que compruebo que Hacienda me deduce 2,500 euros de mi modesta pensión y que ese dinero lo pueden manejar a su antojo políticos que no merecen representarnos, mi indignación aumenta más cada día.