No creo recordar a ningún piloto que, desde su debut y en su tercera carrera, haya ocupado un lugar sobre el podio de forma consecutiva en un GP de F1. Siempre he mantenido que en cada década aparece un ser especial que parece nacido para ser un campeón en este difícil deporte. Una vez fue el inolvidable Fangio, otras lo fueron Jim Clark, Stewart, Fittipaldi, Lauda, Piquet, Senna, Prost…y, esta vez, yo hubiera jurado que ese portento se llamaba Fernando Alonso, pero tengo que ampliar mi pronóstico, ya no es uno sólo el genio de esta dácada, ya son dos los que, por su talento especial van a dominar las parrillas de salida durante los próximos años.
Luis Hamilton, este joven británico, por su talento natural, sus pocos errores bajo la presión de auténticos maestros que le superan en experiencia, y su valentía cuando hace falta tenerla, está demostrando que Ingleterra ha encontardo ya quién, al menos en potencia, puede sumarse a la lista de Hawthorn, Surtees, Clark, Stewart, Moss, Graham Hill, Mansell, James Hunt y Damon Hill.
Pero al margen de predicciones y de apuestas por el futuro, lo que sí sigue siendo un hecho constable, a pesar de los sucedido en Malasia, es que los coches de Maranello siguen estando muy fuertes y nada fáciles de batir.
No se logran las dos poles de Massa con rivales como Alonso, Raikkonen o Hamilton, si además de unas buenas manos no se dispone de la máquina más potente del momento.
Los BMW, a pesar de la bonita exibición de Nick Heidfeld superando en la pista a un atribulado Alonso con problemas de estabilidad y, según él mismo, de confianza, estarán ahí a ver que puede caerse del árbol en el que las ramas más sólidas son los Ferrari y los Mclaren.
De todos modos, queridos amigos aficionados que seguis esta modesta página, prepararos para ver una gran temporada que ya ha comenzado brindándonos tres ganadores distintos en tres carreras. Barcelona promete ser algo digno de no perderse.