Esta vez la victima ha sido un niño de dos años. No entro en posibles culpabilidades, aunque la responsabilidad es total por parte del conductor cuando el atropello se produce en un paso de cebra.
No tengo noticias de la velocidad a la que circulaba el causante de tan dolorosa pérdida y puedo imaginar como se siente, no sólo la familia del niño, sino también él, el conductor. En mi larga vida al volante, muchas veces me he planteado verme en la misma situación y el horror me ha obligado a rechazar la posible escena de inmediato. Creo que nunca más me hubiese planteado la posibilidad de volver a conducir un automóvil.
Pero ninguna de estas reflexiones me impide denuncia una vez más la velocidad excesiva, el descontrol y la falta de vigilancia por parte de la DGT, más empecinada en los radares, de este colectivo de conductores que circulan, la mayoría a su aire, utilizan el móvil de forma constante y van por avenidas y carreteras avasallando, adelantando y cometiendo mil tropelías.
En el caso de este accidente, leo o escucho opiniones sobre si fue una posible distracción. Sin duda tuvo que serlo posiblemente asociado con un exceso de velocidad o una comunicación del dichoso móvil que estos conductores, repartidores de pequeñas empresas de servicios y paquetería urgente, utilizan como parte de las comunicaciones con sus bases o agencias.
Muchas veces con exceso, o por que les resulta más fácil el control de la Guardia Civil de Tráfico sobre el transporte pesado, es notoriamente más insistente que sobre estos conductores profesionales que sobre otros usuarios de la vías. Parece como con los controles de radar fuese suficiente.
Hay que controlar toda clase de tráfico, pero son, precisamente los conductores de los grandes camiones y autobuses, los más responsables en su forma de conducir por ser conocedores del volumen y peso que transportan y de la responsabilidad que tienen ante el resto de los conductores.
De una vez por todas la DGT y las policías municipales, deben de tomarse en serio la vigilancia y control de esta plaga causante de un alto porcentaje de los accidentes graves que ocurren todos los días en nuestras ciudades y carreteras. Resultan bastante evidentes sus excesos, cuando, si nos fijamos, siempre aparece una furgoneta o una camioneta de menos de 3.500 kilos involucrada en los accidentes más cruentos y espectaculares.
Paco Costas