Pocas veces, en los últimos años, se han dado tantas circunstancias para que, los aficionados españoles a la F1 tengamos ante sí un panorama tan apasionante como el que se inició en el circuito de Baharein hace un par de semanas. Los ingredientes son múltiples y merecen un minucioso análisis.
En primer lugar, para los aficionados españoles, y muy particularmente para los asturianos, el paso de Fernando Alonso a Ferrari vuelve a despertar el fenómeno de la “alonsomania” un tanto diluida debido a los malos resultados de su paso por Renault.
En segundo lugar; la dura competencia a la que se enfrenta el español al tener como rivales a tres campeones del mundo y a un tercero, potencial vencedor del presente mundial, el joven piloto alemán Vettel sin olvidar las opciones del australiano Webber.
Y, en tercer lugar, la previsible lucha de los equipos grandes por ganarle terreno a la técnica, trastocada por los nuevos reglamentos.
Me queda una cuarta reflexión de la que desearía arrepentirme.
El actual presidente de la FIA, es el francés Jean Todt, exdirector deportivo de Ferrari, suegro de Felipe Massa, rival directo de Alonso y declarado opositor a la llegada del español a Ferrari. ¿Quiere decir esto que, llegado el caso de una infracción podría caer todo el peso de la FIA como ya ocurriera en el pasado próximo sobre Alonso, a despecho de los intereses de Ferrari? ¡Ojala sea yo el mal pensado¡.
Desde el punto de vista del aficionado y, sobre todo de los ingenieros, cada circuito es un nuevo quebradero de cabeza ya que, no hay referencias y las que hay no sirven; las dimensiones de los chasis, de los depósitos, del aumento de peso del conjunto y la reducción del tamaño de los neumáticos delanteros dejan sin referencias toda la data obtenida en años anteriores.
Pero me quedan otras dos preguntas referidas, una a la vuelta de Schumacher, y otra, al futuro del español Algersuari.
Del primero, sin ánimo de quitar ni un milímetro a su palmarés que, sin duda, debe en parte a la temprana desaparición de Senna, dudo mucho que vuelva por la senda de glorias pretéritas.
En cuanto al español Algersuari, y me duele mucho escribirlo, no ha demostrado en ningún momento “eso” que siempre ha permitido descubrir el anticipo de talentos desde la primera vuelta a un circuito de F1 con un coche poco competitivo:
Senna, Alesi, Nannini, Belloff, Petersen, Patrese, Mansell, Prost y el mismo Alonso, desde los primeros kilómetros al volan te de un monoplaza, ya llevaban el pie en la tabla aunque el motor saltase en pedazos.
A la F1 se llega aprendido. Hace unos años, durante un curso de monoplazas en el Paul Ricart, aún doblándole la edad, coincidí con el joven Alain Prost. Unos años más tarde, en una conversación en Suzuka, recordábamos aquel curso impartido por el fabricante francés Martini, y Prost se reía diciendo que entonces ni siquiera sabía reducir con el punta-tacón; pero yo recuerdo que no había quien fuese capaz de seguirle, hasta el extremo que, Martini, tenía que llamarle la atención porque se salía de la pista a cada momento.
Caso muy distinto puede ser la reaparición por todos deseada de Pedro Martinez de la Rosa. Es posible que le sobren algunos años de acuerdo con los cánones de la F1, pero le sobre experiencia y rabia contenida durante siete largos años. Creo que le veré en el cajón en más de una ocasión.
Paco Costas