El Gran Premio de fórmula 1 que hoy hemos visto en el circuito de Austin, Estados Unidos, sin duda, ha sido uno de los más emocionantes que hemos visto en mucho tiempo. Contra viento y marea, bajo los efectos de un auténtico huracán, los pilotos han dado un verdadero espectáculo.
Cómo se esperaba por la ventaja adquirida, Luis Hamilton y Mercedes han acaparado los títulos mundiales de pilotos y constructores con una superioridad aplastante sobre el resto de los equipos. Con esta victoria, Hamilton se ha proclamado Campeón del Mundo por tercera vez demostrando que, junto con Vettel y Alonso, es el mejor piloto actual de la Fórmula 1.
Pero la carrera americana nos enseñado algo más. Cuando las condiciones infernales de la pista, los cambios de adherencia y el fuerte viento exigen un valor y un talento especiales, hemos podido comprobar que, hasta el último piloto de la parrilla puede codearse, con coches inferiores, a equipos que, por un superior potencial técnico y económico, en condiciones normales, ocupan siempre el podio.
Sería difícil atribuir méritos; las alternativas, los adelantamientos, el papel que las estrategias y los cambios de neumáticos durante la carrera, las salidas de pista, la presencia del Safety Car…, nos han recordado que, el espectáculo, sólo lo pueden dar los verdaderos protagonistas , los pilotos.
Resulta difícil establecer méritos: Verstappen, una auténtica revelación junto a Carlos Sainz, Kuyat y Ricciardo, en su lucha con los Mercedes, al principio de la carrera, Vettel, Button, Alonso, Raikkonen, Rosberg, el vencedor Hamilton…nos han bridado con sus adelantamientos en el límite, un espectáculo difícil de olvidar. Esto sí es Formula 1
Paco Costas
