Reivindicar a las mujeres en un día determinado, me parce tan innecesario como si se celebrase EL DÍA DEL HOMBRE. En todo caso, sería más razonable celebrar el DÍA DE LA HUMANIDAD que celebraríamos todos.
Las mujeres no necesitan que les recordemos su permanente discriminación, los impedimentos que deben superar económica y laboralmente, y la falta notable de oportunidades.
¿No será que son muchos los hombres que temen que sus capacidades les superen en igualdad de oportunidades, sobre todo, aquellos que se creen superiores?
Muchas de las vicisitudes por las que se ven obligadas a pasar radican en la falta de trabajo: el trabajo y el hecho de tener un sueldo comparable al del hombre evitaría muchos dramas: separaciones imposibles por falta de recursos y maltrato con todas las cartas en la mano por parte de salvajes indignos de habitar entre personas, son algunas.
Dicen que el dinero no siempre trae consigo la felicidad, pero carecer de él conlleva lo contrario.
Existen centenares de profesiones que pueden ser perfectamente desempeñadas por mujeres si la sociedad se lo propusiese. Desde repartidoras, conductoras de servicios públicos, directoras de orquesta, comandantes de una aeronave con quinientos pasajeros a bordo, escritoras de fama universal, aeronautas…
En un campo más profesional, que hablar de jueces, fiscales, presidentas de tribunales, estrellas de la medicina la, investigación, la cirugía…
La lista es interminable y sólo se necesita voluntad política para que la mujer alcance la igualdad a que con toda justicia tienen derecho. Las pancartas, un día de reivindicaciones o los aplausos y silencios cuando muere una asesinada por un malvado, no llevan a ninguna parte y, eso, lo sabemos todos. Basta ya de hipocresías.