A riesgo de repetirnos, estas son las consecuencias de tener un catálogo compuesto (esencialmente) por todoterrenos en un momento en el que nadie quiere verlos ni en pintura. Sus polarizantes diseños, posiblemente, tampoco le han hecho ningún favor. El caso es que dos meses después de presentar el agraciado y bien recibido C200, SsangYong ha hecho público que no tiene dinero para pagar a sus 8.000 empleados en Corea del Sur. Sus nóminas deberían haber llegado el pasado miércoles, pero no de donde no hay, no se puede sacar.
El fabricante más pequeño de Corea del Sur acumulará a final de año una deuda de superior a 100.000 millones de wones (54,7 millones de euros/76,3 millones de dólares). Sólo en su país natal, las ventas cayeron un 34,5% entre enero y noviembre. Las cosas están además complicadas dentro y fuera de la compañía, y es que SAIC, el grupo chino propietario de SsangYong desde 2005, se niega a inyectar fondos después de que el sindicato interno de la marca exigiera la dimisión de los ejecutivos chinos. Ante la falta de recursos, la firma responsable de vehículos como el Rodius y el Kyron ha optado por paralizar la producción.
El futuro de SsangYong mostraba una cierta precariedad viendo las noticias de los últimos meses, pero con la de hoy, nos deja preguntándonos si la compañía de Seúl tiene el fuelle necesario para salir adelante. Con un catálogo a punto de ver una profunda renovación y el Chairman W recién lanzado, sería una lástima que SsangYong terminara en la indigencia, sin dinero para ejecutar sus planes e ignorada por su propia familia. Veremos si finalmente SAIC se pliega a las súplicas de ayuda o si por el contrario decide seguir apretando las tuercas para demostrar quién es el jefe.