El asunto de Chrysler y Fiat todavía dista mucho de ser una relación sentimental estable. Es más, por como andan las conversaciones con los sindicatos, podría decirse eso de que lo suyo «es algo complicado». Por esto mismo cualquier novedad en el panorama merece nuestra atención, y Automotive News se ha sacado de la chistera un interesante artículo en el que señala la futura conversión de varias plantas propiedad del pentágono para fabricar modelos de base Fiat. El texto no referencia fuentes, pero dados los detalles, hemos de asumir que o bien alguien está uniendo puntos, o tiene fuentes con la suficiente credibilidad.
Según podemos leer, tres serían las fábricas que deberían ser adaptadas a la producción de nuevos modelos. En primer lugar, las instalaciones canadienses de Windsor abandonarían el ensamblaje de los VW Routan, Chrysler Town & Country y Dodge Caravan para hacer hueco a la versión americana del Alfa MiTo, así como a un Chrysler de pequeño tamaño derivado del Fiat Grande Punto. ¿Interesante? Pues también lo son los cambios que esperarían a la planta mexicana de Toluca. Allí, Chrysler fabrica el Dodge Journey y el ya casi desahuciado PT Cruiser, que serían desplazados por el Fiat 500 y un nuevo Jeep que (toma aire y/o agárrate donde puedas) sería primo hermano del Fiat Panda Cross.
Por último nos queda la factoría de Belvidere, en Illinois, EEUU, que dejaría de producir los actuales Dodge Caliber y los Jeep Compass y Patriot. Esta sería la planta con mayor trabajo, dado que además de fabricar las futuras generaciones de dichos vehículos utilizando plataformas Fiat, se encargaría de ensamblar el nuevo Jeep Liberty (también co-desarrollado junto a los italianos), el misterioso crossover de Alfa Romeo, y los sustitutos de los actuales Chrysler Sebring, Dodge Avenger y los Alfa 147 y 159.
El mayor problema que tiene ahora Chrysler es que modificar las líneas de producción podría costarle en torno a 500 millones de dólares por fábrica, y esto requeriría incluso mayores concesiones de las que ahora mismo están dispuestos a aceptar los sindicatos. En el lado positivo, de lograrse el acuerdo el gobierno de EEUU podría considerar nuevos créditos para financiar la transición, aunque veremos si para entonces queda algo por repartir.