Ayer te lo anticipamos en dos tandas de fotos, y hoy ya es oficial. El nuevo Range Rover ya está aquí, y lo hace con 420 kilogramos de ahorro en su peso sobre la báscula, gracias al empleo de un chasis completamente nuevo, donde el aluminio cobra especial importancia.
El chasis es monocasco, lo que para algunos puristas puede volver a representar algo «inasumible» en contra de sus capacidades de todoterreno, pero la marca asegura que no ha perdido una pizca de ellas. Eso sí, se asegura que en carretera el coche va a ir mucho mejor.
Gallery: Range Rover 2013
Con la llegada del nuevo monocasco en aluminio, el Range Rover se convierte en el primer SUV en emplear este material en su segmento. Según la compañía británica, esto ofrecerá más confort, un mejor comportamiento y más lujo. Se habla de una rebaja de peso en el chasis respecto a la versión anterior del 39%, y eso que la batalla se alarga alrededor de 100 milímetros, más o menos lo mismo que crecen las vías delantera y trasera.
La suspensión la conforma un sistema completamente nuevo con grupos elásticos realizados con un sistema neumático de nueva generación, al tiempo que la tracción se distribuye de manera activa e inteligente, gestionada por una electrónica denominada «Terrain Response 2», mucho más rápida que la anterior.
El diseño, ya lo ves, es una evolución importante, en la que se conservan las señas de identidad (techo flotante con pilares negros, capó «envolvente») y se integran nuevos elementos, como los faros que «giran» en las esquinas, y una descarga de elementos verticales, con la idea de ofrecer una imagen más dinámica que, seguramente, se vivirá mejor en persona que en fotografía.
Se promete un habitáculo más silencioso, gracias al empleo de lunas laminadas por doquier, combinadas con el chasis de aluminio, que ha de ofrecer una mejora respecto a la versión de acero anterior. El habitáculo, además, ofrece un entorno más moderno, claramente inspirado por lo visto en el Evoque, pero llevado a mucha mayor escala. El cuadro de relojes desaparece para dejar lugar a una pantalla TFT como la del XJ, secundada por otro display que preside la parte central del salpicadero.
Hay nada menos que 120 milímetros extra en las plazas traseras para las rodillas, gracias al incremento de batalla del coche, lo que le coloca en una liga donde no tiene rival alguno en cuanto a capacidad de llevar a los pasajeros de manera confortable, con estándar de «limusina».
La gama de motores se articulará en dos diésel, el 3.0 V6 y el 4,4 V8, y en gasolina se contará con la versión «landroverizada» del V8 5,0 sobrealimentado de Jaguar. No tenemos datos por el momento de prestaciones, potencia o consumos, pero se esperan espectaculares mejoras respecto al modelo saliente, ayudadas por la reducción salvaje de peso.
Lo veremos en vivo en el Salón de París a finales del mes que viene, antes de poder ponernos tras sus mandos para comprobar si sigue siendo el SUV perfecto para mezclar capacidad de transporte de personas y equipaje, aptitudes asfáliticas y capacidades todo-terreno. ¿O se habrá convertido en algo «demasiado asfáltico»?