La industria española del automóvil afronta los primeros pasos del nuevo curso bajo la luz ámbar -símbolo de la precaución- de los nuevos expedientes de regulación de empleo que se ciernen sobre las fábricas y el esperado vencimiento en un corto plazo de las ayudas directas a las compras.
Nissan ha sido la primera en despertar de la modorra agosteña con el anuncio de un nuevo ERE temporal para 2.025 trabajadores de las plantas de Barcelona y Montcada y que se aplicaría por un período máximo de 78 días.
La firma nipona puede ser la que mejor simboliza en España el problema de la caída productiva que va parejo a los desplomes de la demanda, pues a esta acción une el despido que acometió en julio de 698 trabajadores.
La empresa alega en este nuevo ERE una previsión de producción para este año de sólo 50.000 unidades, cuando en el ejercicio anterior saldó este apartado con 135.000.
En la fachada del nuevo curso surgen también los ERE puestos en marcha antes de las vacaciones estivales, además de los muchos y temidos interrogantes sobre la venta de Opel y el impacto que la misma pueda tener en la planta de Figueruelas (Zaragoza), en función de la elección del nuevo propietario.
En cualquier caso, se da por asumido un excedente laboral en esta factoría, pese a la alta valoración productiva que se le ha otorgado dentro del grupo, cuyo volumen dependerá de la estrategia de los nuevos gestores y de las presiones de la canciller alemana, Angela Merkel.
La multinacional japonesa Nissan ha ampliado a 315 trabajadores el número de afectados por el expediente de regulación de empleo (ERE) de extinción que se aplicó el mes de julio y que en principio sólo iba a beneficiar a 150 de los despedidos.
A la vertiente laboral de la industria se une otro capítulo no desdeñable y es la nueva ronda de negociación colectiva en algunos de los fabricantes con factorías en momentos clave para la adjudicación de inversiones y producción que garanticen su operatividad el próximo lustro.
Es el caso de Renault y de Ford . El primero no ha ocultado que los vericuetos de esta negociación serán punto de inflexión en la generosidad de París con la instalación de Valladolid, pendiente para su subsistencia de recibir un nuevo coche convencional, así como otro eléctrico.
La planta de Ford en Almusafes habrá de lidiar también con los tira y afloja de las reivindicaciones laborales y la predisposición de las multinacionales en los repartos de nuevos modelos.
El juego de cesiones y concesiones en esta materia ha sido muy intenso años atrás, por lo que los márgenes de maniobra se reducen con el consiguiente riesgo de radicalizar posiciones y abocar al sector, muy pacífico en los últimos años, a la conflictividad social derivada de las muchas necesidades y urgencias que lo acucian. El mercado tampoco tiene el horizonte despejado, aunque los resultados de los últimos meses, al amparo de las ayudas del Plan 2000E, han amortiguado significativamente las caídas globales de más del 40% entre los meses de agosto de 2008 y abril de este año.
El efecto benéfico de estas ayudas ha invertido la tendencia, de negativa a positiva, en un canal de compras tan sensible como los particulares, el más rentable para un sector como el de los concesionarios que, simplemente, y no es poco, ha tomado aire paralizando la sangría de empleo que ha padecido en el duro periodo de los desplomes.
Ello no ha pasado desapercibido al sector, que ya se ha apresurado a clamar por una prórroga de las ayudas gubernamentales, avisado como está de que si un Plan VIVE, menos directo y más burocrático, ha culminado sus beneficios de vigencia anual seis meses antes de lo previsto, los fondos y operaciones del actual 2000E pueden agotarse bastante antes.