General Motors tenía más cosas que contarnos aparte de que piensa cerrar Pontiac. El grupo se encuentra en una situación económica mucho más que lamentable, y tratando de poner freno a una bancarrota que de todas formas ya se considera plenamente entre las opciones, cerrará un total de 16 fábricas en Estados Unidos para el año 2012. El impacto en términos de personal es devastador: 23.000 trabajadores se irán a sus casas como parte de un plan mediante el cual GM busca reducir sus costes estructurales un 25% entre 2008 y 2010.
Por otro lado, Fritz Henderson ha anunciado que GM emitirá el equivalente a 27.000 millones de dólares en bonos convertibles en acciones y pedirá permiso al Departamento del Tesoro para transformar parte de su deuda en más acciones. Adicionalmente, se modificarán los términos acordados con los trabajadores en relación a las pensiones y los gastos médicos, una de las heridas más sangrantes en las cuentas de General Motors. Lo uno con lo otro debería servir para reducir la deuda en 44.000 millones de dólares; no ya necesarios, sino vitales.
El jefe de General Motors también ha tenido tiempo en su conferencia de hoy para hablar de ventas y organización. Sólo en EEUU el número de concesionarios del grupo pasará de 6.246 en 2008 a 3.605 en 2010, lo que supone una reducción del 42%. Teniendo en cuenta que las ventas de GM en EEUU se encuentran en barrena y que dentro de poco perderá nada menos que cuatro marcas (no te olvides de sumar a HUMMER, Saab y Saturn al fallecimiento de Pontiac), la cifra parece bastante razonable. Más intrigante ha sido la mención sobre la Unión Europea. Aquí, tenemos que citar las palabras de Henderson para evitar incómodos traspiés, y es que GM «no estará ausente de Europa. Estaremos presentes en virtud de nuestra inversión en la empresa y seremos capaces de aprovechar esa inversión en cuanto a motor, desarrollo de vehículos y tecnología». Que cada uno saque de ahí lo que quiera.