El comisario europeo de Industria, Günter Verheugen, promotor del encuentro celebrado en Bruselas para evaluar la situación de la industria automovilística, admitió que las perspectivas para el sector más importante de la economía europea, que da empleo a cerca de doce millones de personas, son «brutales».
Verheugen hizo hincapié en el brusco descenso de las ventas de automóviles (según los últimos datos, la demanda de turismos se hundió en el último trimestre del 2008 casi el 20 por ciento) y destacó la repercusión de esa caída en la industria suministradora.
El comisario alemán explicó que los problemas actuales de la industria son resultado de la menor demanda (por la crisis económica y el deterioro de la confianza), los problemas estructurales del sector (que han conducido a la sobreproducción) y la gran dificultad para encontrar financiación.
Aunque dejó claro que la principal responsabilidad para salir adelante recae en las propias empresas, y en su capacidad para impulsar la innovación, el desarrollo tecnológico, la seguridad y el respeto al medio ambiente, también hacen falta medidas políticas.
A ese respecto, Verheugen recalcó que «hay que evitar una carrera de subsidios» e insistió en que lo más importante es que las medidas nacionales, tanto desde el punto de vista de la oferta como de la demanda, estén coordinadas entre sí.
Valoró, entre las acciones que ya han adoptado algunos países, las dirigidas a la renovación del parque automovilístico, sea mediante incentivos para el achatarramiento, bajadas de impuestos o contratos públicos.
El ministro español de Industria, Miguel Sebastián, defendió el enfoque de España que, en vez de recortes de impuestos -subrayó que el de matriculación ya es muy bajo para los vehículos menos contaminantes-, se ha centrado en fomentar la sustitución de los vehículos viejos, mediante el llamado plan VIVE.
Sebastián hizo hincapié en que el apoyo a la demanda en España beneficiará de manera directa a otros Estados miembros, dado el peso de las importaciones en el mercado español, y por eso instó a los demás países de la UE a adoptar políticas para incentivar la demanda, «para que también se apoye al empleo en España».
Los mandatarios europeos también discutieron hoy el papel que puede jugar el Banco Europeo de Inversiones (BEI) a la hora de ofrecer financiación a las empresas del motor, en un momento en que resulta prácticamente imposible encontrarla en el sector privado.
Sebastián explicó que los ministros pidieron al BEI que responda con un aumento de sus líneas de crédito a la industria del automóvil, incluida la auxiliar, y con la reducción de los plazos para acceder a los préstamos.
La ministra francesa de Economía, Christine Lagarde, apeló a la Comisión Europea (CE) para que suavice las normas que regulan las ayudas públicas a una industria «estratégica» para su país y para el conjunto de Europa.
El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, prometió ayer a los constructores de vehículos «mucho dinero» para ayudarles a continuar su actividad en territorio francés y hoy la Comisión confirmó que tanto las autoridades de Francia como las de Alemania y Suecia han contactado con Bruselas para plantear posibles ayudas de Estado al sector.
Tras recalcar que el Ejecutivo de la UE no va a cambiar las normas sobre reglas de Estado, el comisario Verheugen se mostró convencido de que los planes del Gobierno francés para la industria automovilística están en línea con el enfoque de Bruselas y también con las acciones adoptadas por los demás países de la Unión.