Ya ves cómo son las cosas. Siempre hemos creído en nuestra ignorancia que las cagarrutas de las paloma debían ser limpiadas lo antes posible para evitar sus nefastos efectos corrosivos sobre la carrocería de nuestros coches, pero mira tú por donde, resulta que las excreciones de los animalitos no dañan la pintura por sí solas.
Un estudio realizado por la firma británica de productos de limpieza Autoglym, revela que el excremento, independientemente de su pH, es sólo una parte del problema. El auténtico culpable es en realidad la luz del Sol, que calienta la pintura del coche y hace que se dilate. Al mismo tiempo que la pintura se expande, la caca de pájaro se deshidrata, de forma que cuando llega el anochecer y bajan las temperaturas, la pintura se contrae creando formas alrededor del endurecido regalito.
Esta, y no otra, sería la causa de los desperfectos en los coches usados habitualmente como retrete por los pájaros. La solución sería en cualquier caso la misma: pasar el trapo lo antes posible. O en su defecto, ir al lavadero.
No te acostarás sin saber una cosa más.