Si había alguna clase de negociación seria entre General Motors y Chrysler, podemos darla oficiosamente por congelada. El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos ha dicho que sencillamente no tiene intención de prestar los 10.000 millones de dólares que solicitaban para completar la fusión, y no sólo porque estemos hablando de una auténtica montaña de dinero. De ser Chrysler asimilada al estilo borg, General Motors no tendría que eliminar modelos, sino marcas enteras; ¿y quién quiere responsabilizarse en plena crisis de financiar el despido de miles de trabajadores?
Mientras tanto, el gobierno de Estados Unidos sigue trabajando todo lo deprisa que puede para ofrecer un préstamo de 25.000 millones de dólares a la industria local (y muy especialmente a las tres grandes de Detroit) con el fin de modernizar sus factorías. El problema está en que dicho préstamo podría necesitar entre 6 y 18 meses para ser efectivo, y a la velocidad a la que se está desangrando GM, cada día se encuentra un poco más cerca del precipicio. Ya veremos qué sucede en 2009; de entrada, los analistas predicen que será otro annus horribilis.