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Ha volado a más de 4.000 metros de altitud y ha realizado todo tipo de acrobacias, pero lo que a Jean-Baptiste Chandelier más le estimula es estar lo más cerca posible del suelo mientras vuela.

Este parapentista francés está especializado en lo que denomina touch, tocar con el pie o la mano una superficie durante el vuelo. Es así como más se divierte. La nieve, la arena, el agua o edificios de cualquier parte del mundo son alguna de sus especialidades. El  último reto, el techo de un SEAT Ateca mientras circula en una carretera de los Altos Alpes de Francia.

En medio de las montañas se intuye una carretera. “¡Aquí está el coche!”, exclama Jean-Baptiste desde las alturas. Desciende poco a poco, controlando el aire, su parapente y la gravedad. De golpe, la magia vuelve a hacerse realidad al tocar sutilmente el techo del coche y volver a volar. Con un “yuhuuu” se felicita del reto conseguido.

Jean-Baptiste, que es embajador de SEAT en Francia, ha llegado a estar a más de 4.000 metros de altitud. Además de su Francia natal, ha recorrido el cielo de muchos países, como Nueva Zelanda, Brasil, Perú, Chile, Marruecos, Namíbia, España o Portugal.

Con más de diez años de experiencia, cuenta que el parapente le apasiona porque le permite “ver paisajes espectaculares y descubrir el mundo desde otro punto de vista. La sensación de libertad es brutal. Me siento como un hombre volador, casi como un pájaro”.

Con la aparente facilidad con la que maneja el parapente, es, en efecto, lo más parecido a un pájaro que puede verse en el cielo. O más bien, como él mismo dice, son “los superpoderes de Superman o Peter Pan”.