La toma de control del grupo por Porsche, enfrenta al Gobierno de Merkel y a dos de los 13 estados federados.
La toma de control del Grupo Volkswagen por parte de Porsche comienza a tener visos de culebrón. A las dos partes directamente implicadas en la operación ya se han sumado el Gobierno del estado federado de Baja Sajonia, que acoge la sede y la principal factoría de Volkswagen; el de la canciller federal Angela Merkel y ahora, también el de Baden-Württemberg, donde se halla la sede de Porsche.
Günther Oettinger, primer ministro de este último lander (estado federado), manifestó ayer que la ley Volkswagen es una provocación «innecesaria» a la Comisión Europea.
Esta norma aprobada en 1960, tras la privatización parcial de la marca nacida con el Escarabajo, establecía que era necesario el respaldo del 80% del capital de Volkswagen (VW) para adoptar cualquier decisión. En otras palabras, que el 20% que Baja Sajonia tenía en la marca era suficiente para bloquear cualquier decisión.
En 2005, tras la entrada de Porsche en el ahora Grupo Volkswagen, la Comisión Europea recurrió la norma. El 23 de octubre de 2007, el Tribunal de Luxemburgo fallaba que la ley Volkswagen impedía la libre circulación de capitales y que, por tanto, debía ser modificada.
A comienzos de 2008, 5.000 millones de euros después, Porsche se encontró con que su 30,9% del consorcio VW no le garantizaba el control del conglomerado automovilístico que dirige Martin Winterkorn, el anterior presidente de Audi. Baja Sajonia, con la connivencia del Gobierno Merkel, mantiene su capacidad de bloqueo, a la espera de la nueva ley Volkswagen, que se está haciendo esperar.
Los temores de Berlín
El Ejecutivo de Berlín temía que Porsche dividiese el grupo, vendiese las marcas por separado y cerrase muchas de las plantas del disuelto grupo. Una perspectiva que horripila a los políticos.
Ahora, el Gobierno de Baden-Württemberg, en cuya localidad de Zuffenhausen se encuentra la sede de Porsche, se ha unido al coro de voces que exigen una modificación de la norma en la que se amparan los estatutos del Grupo Volkswagen. «No hay necesidad de aplicar acuerdos especiales para una compañía individual», señalaba ayer Oettinger, según recoge la agencia Efe.
En su opinión, retrasar la aprobación parlamentaria de la nueva ley Volkswagen es una «innecesaria ofensa» a Europa.
Las críticas de Oettinger llegan tres días después de que Porsche haya ampliado su participación en el Grupo VW hasta el 35,14% y haya reiterado su intención de ampliarlo hasta más del 50% el próximo mes de noviembre.
Sin embargo, el camino de Wendelin Wiedeking, presidente de Porsche, parece plagado de espinas. Por un lado, está encontrando una fuerte oposición dentro del Grupo Volkswagen, tanto por parte del poderoso comité de empresa, como de la propia dirección del grupo, que pone todo tipo de obstáculos a cualquier directiva o sugerencia llegada de Zuffenhausen.
Por otra parte, el intento de control del primer grupo automovilístico europeo y tercero a escala mundial, ha destapado la caja de los truenos en el seno de la propia Porsche. La guerra parece haber estallado entre los representantes de las dos familias propietarias de Porsche.
Se trata de Wolfgang Porsche, presidente del consejo de vigilancia del holding Porsche SE , y su primo Ferdinand Piëch, presidente del consejo de vigilancia de VW, ambos nietos del fundador de la marca de coches deportivos y creador del Escarabajo, origen de la marca del coche del pueblo.
El apoyo de este último -mediante la abstención – a una decisión de VW contraria a los intereses de la compañía familiar parece haber abierto el conflicto.
Fuente: ElMundo