Ya es oficial. Bob Lutz, vicepresidente de desarrollo global de producto de General Motors, dejará actual su puesto en la empresa para ocupar el sillón de consejero. Un cambio de aires que podría marcar un antes y un después en el mayor fabricante americano de automóviles. Su nueva posición en la compañía será efectiva el día 1 de abril, y con el fin de año, se despedirá definitivamente de General Motors.
Lutz, responsable de algunos de los cambios más importantes experimentados por General Motors en los últimos años, es todo un personaje. Conocido por su carácter impetuoso, este abuelo nacido en Zúrich hace 76 años nunca se ha cortado lo más mínimo a la hora de decir lo que pensaba, llegando en ocasiones a meterse el solito en el ojo del huracán sin comerlo ni beberlo. Fueron sonadas sus declaraciones calificando el calentamiento global de «completo montón de mierda», como también su inagotable optimismo sobre el futuro de General Motors.
Desastres publicitarios aparte, «Maximum» Bob, como es apodado, supervisó el lanzamiento de algunos de los mejores modelos de GM, reconstruyendo la imagen de Cadillac casi desde la nada, regenerando el depauperado catálogo de Buick, y mejorando en varios enteros la reputación de Chevrolet. Siendo un auténtico aficionado a la velocidad (¿sabías que fue y es piloto de jets de combate?), Lutz dio luz verde a proyectos como el Pontiac Solstice, el Saturn Sky/Opel GT, y el Corvette ZR1. En el lado negativo, también se le puede culpar por su obcecación en no crear modelos globales que podrían haber amortiguado en gran medida el desplome de General Motors.
Su cargo pasará a manos de Thomas G. Stephens, actual vicepresidente ejecutivo de trenes de propulsión y calidad global. Tras la toma de posesión, Stephens se hará carago de las labores de desarrollo de ejes y transmisiones, diseño global, desarrollo técnico de productos, planificación y control de programas.