Si en algo son expertos los gobiernos de los países democráticos es en cacarear hasta la saciedad las mismas ayudas económicas una y otra vez, para que parezca que invierten más de lo que finalmente ponen sobre la mesa. Pero esta vez parece que el tema es serio.
En la rueda de prensa que concedieron la vicepresidenta del gobierno Español y el ministro de industria ayer tras el consejo de ministros, se informó de un plan de ayudas al sector de la automoción español de nada menos que 4.070 millones de euros. Estas ayudas se dividen en cinco apartados.
En primer lugar, se habla de un plan de competitividad, de 800 millones, destinado a que las industrias españolas del sector se reorienten hacia productos de mayor valor añadido.
En un segundo bloque se habla de ayudas al I+D+i para la potenciación del desarrollo de vehículos híbridos y eléctricos, aunque cabría considerar el texto del gobierno, dado que desconocemos si se apoyarán inversiones de desarrollo o también para traer la producción de vehículos eléctricos a España. Y es que si España quiere convertirse en un país industrialmente competente, tiene que abandonar su posición de fábrica de bajo coste, y convertirse en un motor propio de innovación que pueda crear el valor añadido dentro de las fronteras y no importándolo desde el extranjero.
Se habla en otro apartado de una fuerte inversión en ayudas para el desarrollo de la infraestructura necesaria para la recarga de los vehículos eléctricos, una inversión que todos los gobiernos de los países desarrollados van a tener que afrontar a corto plazo si no quieren dejar a sus ciudadanos fuera de juego de aquí a un lustro.
Por ultimo, se habló también de ayudas para la internacionalización de las empresas españolas, de cara a ayudar a las exportaciones, y también se comentaron medidas laborales.
En resumen, se habla de un plan de ayudas que representa un 0,38% del producto interior bruto nacional, lo cual sitúa a España a la cabeza en cuanto a inversión de rescate en el sector, en un segundo lugar tras Francia, que invierte el 0,472% de su PIB (en cifras absolutas otro gallo cantaría).
El ministro de industria dijo que las empresas que quieran beneficiarse de estas ayudas deberan garantizar que no destruirán empleo, buscando en cierta manera una especie de chantaje o complicidad para tratar de salvar los trabajos de miles de personas. El tema está en que una fuerza laboral que responde a una capacidad productiva, cuando la demanda de producto cae no tiene sentido, y eso es un problema a nivel empresarial, ya que la recolocación dentro de la misma sociedad solo es posible si se atraen o desarrollan nuevos productos que cubran la citada capacidad de producción.
Ahora nos queda por ver si estas medidas tienen el efecto deseado, y podemos hablar de un sector en forma y salvado a corto o medio plazo. El tiempo nos lo dirá.