Hay un Skoda de tracción total para casi todos los gustos. Excepto el Fabia y el Roomster, el resto de la gama está disponible con este tipo de transmisión, por lo que prácticamente hay alternativas y combinaciones mecánicas para cualquier necesidad.
Tanto el Skoda Octavia Combi, como el Scout, el Superb y el Yeti se pueden beneficiar de la tracción a las cuatro ruedas, una ventaja técnica que combinan con su amplia gama de mecánicas Diesel y gasolina. La mayor novedad es que desde hace algún tiempo está disponible en asociación con el cambio DSG de doble embrague, opción interesante para quien tenga en mente un uso más intensivo en campo, terreno en el que el Skoda Yeti se defiende bastante bien pese a no ser un todo-terreno puro y duro sino un SUV.
La gama Skoda 4×4 hace uso de un dispositivo Haldex de cuarta generación para distribuir la potencia entre ambos ejes. Se trata de un embrague controlado electrónicamente —y en constante comunicación con el ABS y el ESP— que reparte la fuerza en función del terreno y la situación de conducción. Para reducir rozamientos y no incrementar el consumo en exceso, en buenas condiciones de adherencia sólo un 4 por ciento del par motor llega al tren posterior. Si la situación se complica es posible enviar al eje trasero hasta un 90 por ciento de la potencia y, por medio de la actuación sobre los frenos (de ello se encarga el sistema EDS), derivar la mayor parte del par motor hasta la rueda que tenga mejor motricidad. Una de las ventajas de compartir datos con el ESP es que no es necesario que llegue a producirse patinamiento de las ruedas delanteras para que el eje trasero ayude a mejorar la tracción.
La gama Skoda 4×4 está disponible desde 25.960 euros, correspondientes al Octavia Combi 4×4 1.6 TDI 105 CV, y llega hasta los 40.300 euros del Skoda Superb Combi 3.6 V6 FSI Exclusive DSG 4×4, de 260 CV. En el caso del Skoda Yeti, la versión 4×4 más barata equipa el motor 2.0 TDI de 110 CV y está disponible por 26.840 euros.