Esta despreciable asesina de 2.183 de perros indefensos y entregados para su custodia a cambio de subvenciones, se llama, Carmen Marín, ha sido condenada por la justicia española a cuatro años de prisión que me parecen pocos.
Todos los días conocemos atrocidades cometidas entre humanos, pero el exterminio criminal de estos pobres animales tiene que indignar, como me está pasando a mí, a toda persona bien nacida.
Dejo al juicio del psiquiatra el hallar en el cerebro de esta malvada el origen de tanta crueldad, porque me resulta imposible encontrar explicación a su conducta.
Cuando se acercan los días de puentes y vacaciones, y la presencia de animales de compañía plantea un problema para viajar, la mascota que se ha comprado como un regalo o un capricho, es muchas veces condenada al abandono y a su suerte. Aquellos que lo hacen deberían parase a pensar en su sufrimiento y en su casi segura muerte.
Muchos de estos desgraciados 2.183 perros, víctimas de alguien a quien ni siquiera puedo llamar ser humano, estoy seguro que fueron abandonados por el egoísmo de sus dueños.