Por si fuese poco el problema de los examinadores, ahora parece que la accidentalidad aumenta en ciudad y carretera.
No tengo nada personal contra el actual director general de Tráfico, por el contrario, parece una persona dialogante y con la voluntad de hacer bien su trabajo.
Pero, para empezar: un cometido tan complejo y de tanta responsabilidad requiere algo más que un doctor en derecho constitucional. Algo así, como si me pusieran a mí a dirigir la filarmónica de Viena.
El amiguismo, los nombramientos a dedo en devolución de fidelidades o simplemente partidistas, son ya un mal endémico en la política española.
Un primer ministro o un ministro tienen la obligación de ser eclécticos y muy minuciosos al confiar puestos de responsabilidad a terceros.
No hacerlo así es una muestra de desprecio a los intereses de los ciudadanos.
Los socialistas – Rubalcaba – eligió a Pere Navarro que consiguió alcanzar unas cifras que causaron el asombro en Europa, pero con el cambio político le mandaron a su casa.
¿Qué importa más al ciudadano, la sigla, o la eficacia?