Me lo presentó su padre en el Hotel Montecastillo de Jerez. La joven promesa, hijo de un gran campeón, tenía 17 años. Después le vi correr en el circuito con un monoplaza y recuerdo que, mientras le veía pasar una y otra vez, ya en carrera, le comenté a su padre: “tenemos piloto”.
Y la profecía se ha cumplido para cabreo de los que le consideraban un “hijo de papá”.
Al día de hoy, estoy absolutamente convencido de que Carlos, si se le hace justicia y ponen en sus manos un coche ganador, puede llegar todo lo lejos que se proponga.
Pero, todo lo que tiene de grande como espectáculo y gloria la Fórmula 1, para que un piloto con méritos pueda llegar a lo más alto no siempre depende de su talento.
¿Cuantos potenciales campeones del mundo han tenido que abandonar su empeño, después de chocar con la política, las imposiciones económicas y la mala fortuna?
Espero y deseo que el joven Carlos pueda superar estos obstáculos, talento le sobra.
¡Suerte Chaval! Permaneceremos atentos.