Lo saben en la DGT, en el Ministerio de Industria, en el del Interior y, a buen seguro, millares de niños en nuestras escuelas.
“LOS PASAJEROS DE UN VEHÍCULO AUTOMÓVIL, CUANDO SE PRODUCE UN CHOQUE O UN VIOLENTO FRENAZO, LA DECELERACIÓN INSTANTÁNEA PROYECTA AL PASAJERO HACIA DELANTE CON UNA FUERZA MUY SUPERIOR A SU PROPIO PESO”.
Sólo Dios y los que nos dedicamos desde hace años a la seguridad vial, sabemos lo que costó en España convencer a los conductores de la necesidad y los riesgos que comporta circular sin el cinturón de seguridad en los automóviles, y el casco en las motocicletas.
Ha sido un empeño que, desde hace sólo una veintena de años, se ha visto cumplido en la casi totalidad de los usuarios de ambas clases de vehículos.
Otra batalla -ganada en casi su totalidad- ha sido la de la obligatoriedad de construir o reformar los autobuses para dotarlos de estructuras resistentes al vuelco.
No sé cuántos escritos, emisiones de radio y programas de televisión, desde que comencé mi andadura como periodista – hace ahora cincuenta años- he dedicado a ambas medidas de seguridad.
Es por eso que causa asombro y tristeza comprobar cómo, una ley absurda, exonera a ciertos autobuses, según su fecha de matriculación, de la obligatoriedad de llevar cinturones de seguridad homologados en todos los asientos.
¿Es que va a hacer falta, como ocurriera en el pasado, que centenares de víctimas en esta clase de accidentes morían guillotinados, para que se suprima de una vez tan peligrosa exención? ¿Es qué acaso no vale mucho más una vida humana que todos los intereses económicos de las asociaciones de propietarios de grandes flotas de autobuses?
Si un vehículo automóvil requiere llevar cinturones de seguridad, en un autobús de viajeros muchísimo más y no digamos si el autobús es escolar. En esta clase de vehículos, el pasajero permanece inerte y ajeno a los comportamientos o a las posibles flaquezas de su conductor. En el caso del accidente de Ávila, parece que ha sido el propio conductor, al que compadezco, el que ha confesado que le venció el sueño.
Señor ministro del Interior: ¿Cuántos muertos más hacen falta para que todos los autobuses que circulan por nuestras carreteras tengan que llevar cinturones de seguridad homologados en la totalidad de sus asientos? El fallo humano se da y es imprevisible, pero la muerte de un pasajero que sale proyectado, sí es previsible.
Paco Costas
Estoy super contenta de leer este artículo, aún así pienso que igual que en los coches en los autocares se debe de requerir que los niños vayas sentados en sistemas de retención infantil adaptados a su peso y medida, cumpliendo el R44, exactamente igual que en los coches.
Me gustaría saber que piensa usted sobre el tema, ya que creo, los cinturones de dos puntos no son suficientes.
Saludos.