Éste factor es de suma importancia en la conducción. Si iniciamos la ascensión de una pendiente en un vehículo, en una bicicleta se nota especialmente, observamos que la energía que empleamos es mayor que la necesaria para movernos en un plano horizontal.
Consumimos energía para movernos, que se transforma en energía cinética, y otra porción para elevarnos, que se transforma en energía potencial. ¿Qué ocurre cuando coronamos la pendiente? Que hemos acumulado gran cantidad de energía, luego en el descenso, pararnos, es más difícil, requiere frenar más.
Como los frenos disipan energía acumulada en forma de calor, bajando se calentarán más. Todos los sistemas de frenos, tienen una banda de temperatura dentro de la cual son eficaces; rebasada ésta, aparece un fenómeno llamado «fading» (fatiga). No es que los frenos «se cansen», es que conforme aumenta la temperatura, se vuelven «más lisos» y su capacidad para proporcionar rozamiento (fricción) extra, disminuye.
Por tanto, circulando, habremos de considerar este factor y no abordar una bajada a gran velocidad (nos cargaríamos de una buena cantidad de energía cinética), pues en función de la pendiente ya hemos acumulado una buena porción de energía potencial.
La experiencia como conductores nos hace elegir la velocidad adecuada a cada caso, pero en el periodo de aprendizaje, debemos combatir la inexperiencia con la prudencia, ya que no tenemos fácilmente a mano un sistema para determinar la velocidad de seguridad ideal.