«Perder la vida tratando de mejorar no es ninguna temeridad»
Cuando la histórica escudería británica atraviesa su horas más bajas, me viene a la memoria la vida del piloto y constructor neocelandés Bruce Mclaren, muerto cuando probaba un M8Ds Mclaren-Chevrolet en el circuito de Goodwood, en Inglaterra; tenía entonces treinta y dos años.
Una idea de su determinación y firmeza de carácter nos la da, el que entre los nueve y los doce años, los pasó postrado en la cama de un hospital especializado en niños descapacitados víctima de una enfermedad degenerativa que afectaba a los huesos de sus caderas. Los médicos advirtieron a sus padres que existía la posibilidad de que nunca volvería a andar.
Pero afortunadamente no se cumplió el pronóstico y la afición que le inculcó su padre, piloto aficionado, no hizo más que alimentar el deseo del joven Bruce por pilotar algún día un coche de carreras.
Cuentan sus biógrafos que todo empezó cuando, antes de cumplir los quince años, convenció a su padre para que no destruyese el Austin Seven Ulster convertido en coche de carreras. Al fin logró su propósito con la condición de que le correspondería a él el mantenimiento y los gastos que produjese el coche.
PILOTO DE CARRERAS
Pronto nuestro joven piloto encontró a un compañero de viaje, Phil Kerr, un joven que ya participaba en carreras locales con un Austin y juntos se dedicaron a preparar sus coches en el que puede decirse que fue el primer establecimiento creado por Mclaren.
A partir de ahí todo se precipitó. Su padre adquirió un Austin Healey 100S uno de los primeros que llegaron al país y, a continuación un monoplaza de 1,5 Cooper con el que Jack Brabham había ganado en su debut en F1 en el Gran Premio de 1955 en el circuito de Aintre.
Brabham y el joven Bruce mantuvieron a partir de entonces una buena amistad y al año siguiente consiguieron importar dos Cooper con los que ambos participaron la temporada de 1958 en las carreras en Nueva Zelanda.
El resultado fue un premio otorgado a Mclaren por la New Zealand International Gran Prix Association consistente en un viaje a Europa que incluía el transporte del coche y todos los gastos durante la temporada.
Bruce partió antes que el coche; por entonces el viaje en barco desde Sidney a Londres tardaba seis semanas, justo a tiempo de participar en la carrera de Aintré 200 con un chasis proporcionado por Cooper.
Comienza entonces lo que sería su corta carrera como piloto de Grand Prix en donde llegóa a ser vecedor el los Grandes Premios de Argentina, segundo en Mónaco, Bélgica, y Portugal, tercero en Francia y USA y cuarto en Inglaterra.
Cuando Brabham decidió construir sus propios coches, Mclaren pasó a ser el primer piloto de Cooper y el pionero de la construcción de los monoplazas con el motor central.
Por entonces el ingeniero Colin Chapman había desarrollado el Lotus de “efecto suelo” y Charles Cooper, cuyos proyectos se habían que dado relegados a segunda fila, se negó a continuar con lo que Bruce Mclaren decidió construir sus propios modelos y así nació la Mclaren Motor Racing Company en asociación con Timmy Mayer en 1965.
Mayer había competido en carreras en Europa en el equipo de fórmula Junior a las órdenes de Ken Tyrrell, y en 1963, Mclaren le había contratado como segundo piloto e Cooper.
El proyecto en un principio estuvo encaminado en fabricar coches para el Campeonato de Tansmania, pero todo se vino abajo con la muerte de Mayer durante un entrenamiento en el circuito de Longford en Tasmania.
Después de aquella su primera victoria en Mónaco al volante de un Cooper-Climax en 1962, pasaron seis años hasta que volvió a ver la bandera de cuadros en una carrera de Grand Prix con un monoplaza equipado con un motor Cosworth Ford DFV. Ganó la carrera de campeones de Brands Hatch, y el Gran premio de Bélgica en Spa.
En 1970 Bruce Mclaren ya estaba establecido como un próspero hombre de negocios y es posible que ya estuviese madurando la idea de dejar de participar como piloto para construir coches de turismo. Su reputación de hombre serio que cumplía sus compromisos pronto le merecieron el respeto de los que le conocieron, pero su trágica muerte acabó con su brillante carrera.
La mañana del día dos de junio de 1970, cuando probaba un Mclaren-Chevrolet para la Can Am americana, en el circuito inglés de Goodwood que empezaba a estar desmantelado, su coche se salió recto y fue a impactar contra la única edificación que quedaba en pie; una caseta de ladrillo de los comisarios; el coche quedó totalmente destrozado y Mclaren murió en el acto.
NOTA: Cuando ahora he visto imágenes del piloto neocelandés, no puedo dejar de compararlo con el que fue años más tarde patrón de la escudería que él creó, Ron Dennis y Mclaren International. El mismo carácter emprendedor, amante del orden, como Bruce, todo en su equipo era minuciosamente pulcro, algo que también fue siempre impronta de Bernie Eclestone; ambos elevaron la categoría de la Fórmula uno a un nivel de excelencia que todavía conserva, y ambos, al igual que Bruce, han sido auténticos magos para elevara este deporte un nivel económico sin precedentes en ningún otro deporte.
Eugenio Galdeano