Robo de bicicletas (entre otras, la mía), carteras y todo aquello que puede estar al alcance de los rateros, corre peligro en una ciudad tan bella como la capital portuguesa. A la mismísima orilla del río Tajo, hay un aparcamiento gratuito para autocaravanas (sin agua,vertidos, o electricidad). La vista es impresionante. El aparcamiento está situado entre el monumento a Enrique el Navegante y la mítica torre de Belén.
Portugal ofrece, además de la belleza incomparable de sus playas, una gastronomía excelente y el talante acogedor y amistoso de sus habitantes.
Recomiendo sus visita, pero ojo con los rateros, sobre todo en Lisboa.
Por cierto, en cuanto a robos, no tiene nada que envidiar al centro de Madrid y a las inmediaciones del Museo del Prado, por no citar otros lugares.
Paco Costas